PERSECUCIÓN
-
Corre, corre
repetía una y otra vez!.... ¡Nos alcanzan!
-
¡Tengo miedo!.. empieza a llorar desconsoladamente tratando de desahogar su angustia
-
Lo sé pero si te detienes morirás dijo
Mientras sus pies golpeaban temblorosos el
suelo. Eduardo observa a su alrededor y
no encuentra salida
-
¡No, no, no ...!
Sasha escucha su grito y se
aproxima a él, desconcertada y sin saber que hacer
-
¿Qué sucede amor?
- ¡No hay salida !
- ¿Qué?... estas seguro
- ¡Si!
Un largo silencio inundó el
lugar, Eduardo alias “El gato”, aquel sobrenombre con el que le reconocían en
los suburbios de la cuidad, visualizó a lo lejos un pequeña casa abandonada, de
inmediato sujetó la mano de Sasha y rápidamente ingresaron por el ventanal.
Sasha confundida pregunta a Eduardo quienes eran los hombres que le perseguían,
sin darle respuesta y de la manera más sutil y amorosa la sujeta por la
cintura, la aprieta tan fuerte hacia su pecho que era fácil sentir el agitado
latido de sus corazones juntarse para convertirse uno solo. Durante varios segundos se podía sentir el
caluroso ambiente que dejaban a su paso
esas pasiones incontroladas que los dos brotaban por cada poro de su cuerpo.
Eduardo le susurra en el oído a su amada:
-
Todo va a estar bien, te lo prometo
Ella inmutada por aquel romántico
memento, alzó su rostro y mirándolo fijamente no puedo contenerse más, despacio
acercó su rostro al de él y con un beso que parecía eterno cerraron esa
maravillosa escena de amor.
PUuuM!
Un sonido inesperado los sacó de aquella escena
para llevarlos a la triste realidad que tenían que afrontar
-
Sasha, tenemos que Salir de aquí
- Sí, pero ¿ A dónde?
Eduardo tomó una silla de madera
que se encontraba tirada en una esquina de aquella casa oscura y la lanzó hacia
una ventana, abriendo espacio suficiente para que los dos lograran salir.
Encontrándose con dos caminos, Eduardo melancólico le dice a Sasha
-
Vete,
- No.. no puedo dejarte solo.
- Es lo mejor, por favor vete..
- No..
Él interrumpiendo a Sasha dijo:
-Por el amor que me tienes vete..... ¡VETE¡
Ella sin mirar atrás e
indispuesta siguió uno de los caminos ahogada en llanto.
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